África,  Marruecos

¿Es Marrakech peligroso?

Marrakech no es peligrosa, pero lo parece. De hecho, me atrevería a aventurar que la mayoría de los españoles sienten cierto miedo cuando pisan por primera vez esta ciudad marroquí.

Para empezar, es probable que si tu Riad está en la Medina se encuentre en un callejón sin salida, estrecho y oscuro. Y cerca del alojamiento rondarán un par de gatos y varios mendigos a la espera de comida y unos Dírham (esto solo los sintecho, a los gatos el dinero no les interesa).

Si tienes la suerte de llegar a la primera sin Google Maps ¡enhorabuena!, si no ya somos dos. Perderse está casi garantizado en tu primer viaje a Marrakech. Es más, diría que es casi un atractivo turístico más de la ciudad. Eso sí, si te pierdes, el acoso también está asegurado. Todos querrán “ayudarte”, pero por interés. Incluso si estás a apenas unos metros de la puerta de tu riad, esa información tiene un precio. Olvídate de los actos altruistas y la solidaridad.

Una vez situado y dispuesto a conocer los encantos de Marrakech, acude a la plaza de Jamaa el Fna, su gran icono. Allí, te intentarán vender iPhones reacondicionados, relojes, tarjetas SIM para el móvil, también pretenderán que cojas alguna serpiente o que te fotografíes con un mono con gafas de sol y disfraz, e insistirán en que te hagas un tatuaje de henna, bebas un zumo natural o comas un higo chumbo. Y todo eso, sin siquiera acercarte a los puestos del zoco, la auténtica “pesadilla” del turista en Marrakech.

La plaza en general es puro bullicio y caos, sobre todo por la tarde y hasta bien entrada la noche; sin embargo, lo del zoco es otro nivel: la anarquía hecha mercado, el agobio elevado a su máximo exponente. Aquí el “solo quiero mirar” no vale, porque si fijas tu mirada en algo querrán vendértelo. Y serán muy insistentes, casi agresivos. Además, si no eres especialmente valiente, no te recomiendo desviarte mucho del camino central del mercado, es fácil sentirse desorientado e intimidado por sus laberínticas calles.

Eso sí, si quieres comprar, en el zoco encontrarás de todo: especias, dátiles, cerámica, pieles, bisutería, remedios homeopáticos… Y después ¡comienza el juego del regateo! Ellos siempre ganan, así que que no te de apuro decir una cifra ridículamente baja. Los precios en Marrakech están inflados. Y si no llegas a un acuerdo… vas a tener difícil decir que no. Los vendedores son tercos hasta la saciedad, y bastante irrespetuosos con el turista. Escabúllete con una sonrisa en cuanto tengas oportunidad. Lo peor que puede pasarte es que te insulte en árabe, francés, bereber y, por supuesto, español.

Sin embargo, pese a la agresividad de los vendedores, las tortuosas calles, los falsos guías… Marrakech no es peligrosa. De hecho es una ciudad muy segura, al menos para los turistas, por quienes velan cientos de policías todos los días. Viven del turismo y deben cuidarlo. Y lo hacen muy por encima de los derechos de sus propios ciudadanos. La sensación de inseguridad es, por tanto, infundada, y en cuanto a lo de perderse… eso forma parte de la aventura.

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